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Si cambiando una cosa al mes, vivieras mejor y gastaras menos, ¿lo harías?

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Consumir menos, vivir mejor

A sus 37 años, Toni Lodeiro está colaborando a través de la entidad Opcions con el Ayuntamiento de Barcelona en la creación de políticas de consumo responsable en la ciudad. Antes de eso, ha sido un adolescente idealista, un autor apasionado por difundir ideas sobre cómo vivir mejor por menos y, en general, un abanderado de los modelos de vida sostenibles.

En 2008 se dio cuenta de que, a lo largo de todas estas experiencias, había acumulado una serie de ideas prácticas que ayudaban a reducir el consumo diario de una forma sencilla y decidió darlas a conocer bajo el título Consumir menos, vivir mejor. «Tenía la sensación de conocer muchas cosas que podríamos hacer en nuestra vida cotidiana para vivir en un modelo social más enriquecedor y tenía ganas de transmitirlas para generar en los lectores unas ganas de cambiar desde el optimismo. Y así quitarle esa sensación paralizante de impotencia cuando pensamos que cambiar es imposible».

Así que se sentó y empezó a escribir lo que se convirtió casi en una biografía de lo aprendido a través de su evolución, desde que en su adolescencia empezó a conocer grupos comprometidos que acabaron generando movimientos sociales locales. «Esa primera toma de contacto con personas inspiradoras me llevó a observar una desconexión entre lo que proponíamos para la sociedad y cómo vivíamos nosotros. Y tuve un impulso de coherencia, ese intento de conexión entre las ganas de un cambio social y un cambio personal; las ganas de llevar a la práctica mis valores».

El tiempo perdido

Reconoce que vivir de forma coherente no siempre es fácil pero insiste en que tiene una gran ventaja: la satisfacción personal. «Antes de la crisis, en España la gente renovaba el coche de media cada 6 años. Si echamos cuentas de ese y demás gastos innecesarios, ese ahorro nos permitiría tomarnos un año sabático, no hacer horas extra, poder alargar las vacaciones, dedicarnos más a nuestra familia… Recortar el gasto es una manera de ganar tiempo, que es uno de los grandes tesoros perdidos de nuestro tiempo.¿Quién duerme 8 horas hoy en día?», lanza al aire .

Y aunque cree fundamental que todos tratemos de vivir de forma más coherente, pone una condición sine qua non: «Cambiar sí, pero nunca en clave de culpa. El consumo es condición necesaria pero nunca suficiente para el cambio individual y social. El curso del mundo no depende de mis pequeñas decisiones de consumo».

Esto no quiere decir que ese famoso granito de arena que todos tratamos de aportar de vez en cuando caiga en saco roto. Simplemente, para Lodeiro no es suficiente. «Las estructuras sociales condicionan la vida de las personas. Y creo que tienen que cambiar para que el hábito socialmente positivo sea el fácil; y que el hábito socialmente negativo sea más caro o de más difícil acceso. Si me sale más barato ir en mi coche compartiéndolo con otras personas que usar el transporte público, es entendible que lo haga». Por eso, propone un «esfuerzo de cambio multinivel: en la vida personal, en el entorno social y ciudadano y en el entorno político. Ninguno de estos entornos por separado es suficiente».  

Acción, reacción, contexto

A pesar de su creencia en que el ser humano puede encontrar formas sostenibles de habitar, admite que a veces se necesita un refuerzo para acabar de animar al cambio. «Creo que la concienciación es importante pero, en muchos casos, las penalizaciones económicas  no son solo una herramienta útil sino imprescindible. Mi abuelo tenía menor conciencia ambiental que yo pero seguramente recorrió muchos menos kilómetros en su vida. Estamos fuertemente determinados por el contexto en que vivimos y una de las cosas que mejor funciona para obrar el cambio es el factor económico, como se ha demostrado, por ejemplo, al subir el precio de tabaco o cobrar por las bolsas de plástico. Es idealista y moralista pensar que la concienciación por si sola puede ser suficiente para el cambio; es simplemente falso».

Para Lodeiro, las generaciones actuales hemos crecido atados a 3 Vs: Vivienda, Vehículo y Vacaciones. «Nuestros padres y madres vivían para trabajar y para ahorrar; hoy en día, vivimos para trabajar y consumir. Pero tener una segunda vivienda o irnos de vacaciones muy lejos no nos hace necesariamente más felices que tener más tiempo en nuestra vida cotidiana o trabajar en algo que nos gusta aunque esté peor pagado», explica.

Está en contra de asociar un mayor consumo con una mejora de la economía, sin definir de qué tipo de consumo hablamos; es decir, no afecta por igual a nuestro barrio si compramos verdura a un productor local o si elegimos una prenda de ropa producida y traída desde el Sudeste asiático porque el retorno de esa inversión se quedará más cerca. «El actual modelo económico apuesta por ser precarios y precarizantes, por modelos económicos burbuja y una economía basada en un aumento exagerado del crédito en vez de apostar por un modelo resiliente basado en la industria y el comercio de proximidad. Necesitamos una estructura social que apueste, por ejemplo, por la producción de energía de origen renovable, ya que el 80% de la que consumimos actualmente la importamos -en forma de petróleo, gas, carbón y uranio-».

Sin embargo, y a pesar de su crudeza, mantiene la sonrisa y la ilusión de que en España se empiece a vivir mejor. «Hay muchos ámbitos de la sociedad donde podemos generar empleo de calidad: una industra I+D+I que apueste por productos reparables y más duraderos, el fomento de las energías renovables, las reformas de viviendas para fomentar la eficiencia energética, el comercio de proximidad -que genera más empleo que las grandes superficies-, reforestación, producción local de alimentos ecológicos…  Al igual que hacemos con el gasto personal y familiar, el consumo consciente a nivel estatal es una cuestión de redistribución, una transición hacia sectores que generen empleo de mayor calidad, sostenible y local».

Lodeiro mira esperanzado al horizonte del movimiento del consumo consciente, que “ha abandonado los pañales y está demostrando que otra forma de hacer las cosas no solo es más justa o solidaria sino que también funciona, como demuestran el éxito empresarial de la bancaética (con alrededor de 200 mil clientes en España en entidades como Fiare o Triodos Bank( o las cooperativas con las que podemos contratar electricidad de origen renovable (con decenas de miles de clientes en pocos años de existencia de experiencias como Som Energia). Y este nuevo modelo se puede replicar a gran escala». En el Ayuntamiento de Barcelona, por ejemplo.

«El 17% del PIB de España corresponde al gasto de las instituciones públicas. Solo en el consistorio barcelonés, se gastan unos 2.000 millones de euros anuales en la compra y contratación pública pero están ya implementando mejoras. Un trabajador nos contaba hace poco que, en su departamento, una compra anual de 17.000 camisetas normalmente se hacía buscando la opción más barata; ahora, se ha hecho pensando en comprarlas de fabricación local. Lograr un cambio de ese volumen en la ciudadanía puede ser muy costoso pero es relativamente fácil para una administración pública, además de que juega un papel ejemplarizante».

Cómo empezar en el consumo consciente

Según el autor de Consumir menos, vivir mejor, hay tres actitudes clave que nos pueden ayudar a empezar a cambiar hábitos con los que no nos sentimos del todo a gusto.

En primer lugar, recomienda vivir este proceso como juego. «Es mejor no pensar en ello como una obligación porque eso puede desanimarnos», así que propone que empecemos por pequeños cambios que no nos cuesten mucho esfuerzo para que así podamos mantenerlos. Subir por la escalera en vez de por el ascensor para ahorrar energía, llevar nuestra bolsa reutilizable a comprar el pan o abrir una cuenta en una banca ética pueden ser nuestro primer acercamiento.

En segundo puesto, nos recomienda paciencia y que nos marquemos como objetivo un cambio al mes. «Parece poco pero, si después de 4 años miramos atrás a nuestra vida, puede haber cambiado mucho: 48 meses, 48 cambios». Piensa en esos hábitos de los que no te sientes orgulloso y en ideas para mejorarlos.

Por último, incide en la importancia de tener apoyos en nuestro proceso de cambio. «Ser el bicho raro de la pandilla o la familia puede hacernos el camino muy difícil. Por eso, siempre recomiendo buscar espacios o asociaciones que nos puedan conectar con personas o grupos afines; además, aprenderemos del ejemplo de los demás y disfrutaremos de la ilusión y el tiempo compartidos».


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