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El negocio de los vecinos de Obama

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Frontera entre Ciudad Juárez (México) y El paso (EEUU)

«¡Dios te liberará del pecado!». Los gritos desgarrados se filtran a través de un gran altavoz, que resuena por encima del bullicio en plena Plaza de Armas. Es domingo por la tarde. La gente pasea por las calles del casco histórico de Ciudad Juárez (México) mientras un predicador busca adictos entre la masa para convertirlos a su religión.

A un par de manzanas, un hombre de unos 70 años camina a lo largo de la casi vacía Avenida Juárez, cuyo asfalto termina directamente en el control de seguridad que separa Estados Unidos de México. «Esta era la calle principal, donde llegaban todos los turistas americanos. Si buscaban 'trago', drogas, mujeres… cruzaban aquí», explica arrastrando las palabras.

Su nombre es Javier. Hace 31 años que dejó las drogas y se convirtió en pastor protestante. Sin embargo, en sus servicios religiosos habla siempre de su pasado con la resignación de quien ha aprendido la lección. Fue en esta zona donde el tráfico de drogas se convirtió en su principal actividad. «Era taxista y aquí venía a recoger a los 'gringos' para llevarlos a casas de citas o en busca de heroína. En la frontera todos hacíamos dinero», recuerda.

Su propia adicción le ataba irremediablemente a este negocio ilícito. Después de «cinco sobredosis —de la última tardaron dos horas en reanimarme—» y tras haber perdido el cariño de su familia, decidió dejarlo. Entonces, conoció a un pastor que lo introdujo en la religión a través de la cristoterapia.

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La Biblia en Ciudad Juárez

Creer para ver

En los últimos años, la farmacodependencia y desesperación de los adictos han sido unas de las causas del auge de la terapia religiosa en México. Alberto Díez, autor del libro 'Cristoadictos', define la cristoterapia como «una apuesta por la creencia religiosa como la solución a los problemas con las adicciones».

La socióloga Olga Odgers, de El Colef (El Colegio de la Frontera Norte) ha estudiado los centros de rehabilitación para adictos en México. «Hay pocos realmente laicos porque muchos son fundados debido a la vocación religiosa de sus líderes», aclara Odgers, que los divide en dos grandes grupos: «espirituales o religiosos». Mientras los religiosos promulgan una creencia concreta, los espirituales siguen el 'método de los 12 pasos'.

Este método reconoce la existencia de un Dios que les ayudará a abandonar sus adicciones. «No son centros laicos pero sí más plurales donde todos creen en la existencia de un ser superior pero no le ponen nombre; cada uno cree en lo que quiere» dice la socióloga. En estos centros, convergen las distintas religiones de los internos y trabajadores, pero curiosamente insisten en que la religión no es una actividad central ni obligatoria para los internos.

Ansiedad, agresividad y otros trastornos mentales

Además del auge religioso, las drogas han traido consigo el aumento de enfermedades mentales. Entre 2002 y 2011 se han producido 43,700 defunciones por trastornos mentales y del comportamiento en México, según cifras de INEGI. De esas muertes, casi el 70% se relacionaron con el consumo de sustancias psicoactivas.

En todo el territorio nacional, el 55% de los problemas nerviosos causados por la farmacodependencia corresponden a la ansiedad, según el Informe sobre Consumo de Drogas del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz (2012). A nivel psicológico, la consecuencia más común son los trastornos de conducta (90%) seguida por la inestabilidad emocional, la agresividad y los sentimientos de culpa.

La condición de frontera ha alimentado el narcotráfico hacia EEUU y, por ende, la presencia de sustancias ilegales en la ciudad. La doctora en psicología, María Elena Medina-Mora, afirma en su ensayo 'Las drogas y la salud pública: ¿hacia dónde vamos?' que «a México lo distingue su situación geográfica, vecino del mercado de consumo (de drogas) más grande del mundo y vía de paso para la cocaína que se produce en la región andina, con el objetivo principal de llegar a EEUU».

Por el contrario, la socióloga Olga Odgers reconoce la relación entre el consumo de drogas y la situación geográfica de ciudades como Ciudad Juárez o Tijuana. Sin embargo, insiste en «relativizar qué consideramos como consumo elevado» en la zona norte del país: «Si echas un ojo a los índices de consumo de España, te vas a llevar una sorpresa. Hay mucho estigma sobre México».

Aclara que, para comprender la realidad de la frontera y compararla con la de España, debemos distinguir entre consumo y consumo problemático de drogas. «Hay gente que consume drogas durante años pero no llega a desarrollar problemas sociales, no pierde el empleo, no se aisla… Puede que haya más consumidores en Madrid que en Juárez pero quizá no tantos problemáticos», lo que atribuye a muchos factores, desde la posición socioeconómica hasta, incluso, la calidad de la droga.

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Frontera México y EEUU

Al otro lado de la valla

Durante este mes de agosto, la Junta de Adicciones en Juárez se reunirá con miembros del Gabinete de Obama para planear estrategias conjuntas de prevención de consumo de drogas. «Nuestras fronteras sufren un serio problema de adicciones y el fácil acceso a ellas es el primer problema que se debe atender», dijo Frank Davids, presidente de la Junta de certificación de adicciones de Texas.

A finales de los años 90, Tijuana y Ciudad Juárez presentaban porcentajes de consumo de drogas superiores a las ciudades más grandes del país como Guadalajara y el Distrito Federal.

Actualmente, en la región norte de México —donde se encuentra Ciudad Juárez—, la marihuana es la droga más consumida debido a su precio y fácil acceso. Según datos de ENA 2011, la edad de inicio de consumo bajó tanto en hombres (19.8 a 18.3 años) como en mujeres (23.6 a 20.1 años). Un estudio de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez reveló que en esta ciudad existen 3.000 menores adictos a diversas sustancias, de los que el 40% ya precisa de intervención médica para rehabilitarlos antes de generar daños irreversibles.

En Texas, el principal problema es el alcohol, los antidepresivos, la heroína y las drogas sintéticas, especialmente entre la población joven. Así, el alto consumo de alcohol y metanfetaminas sitúan el binomio El Paso-Juárez como una de las zonas binacionales con más adicciones.

Ana Veiga es periodista. Actualmente, prepara su primer documental, 'Solo Dios puede juzgarme', sobre Ciudad Juárez (México). La película se centra en el renacimiento que está viviendo esta ciudad tras haber superado los años más sangrientos de la guerra del narco.


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