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«Una palabra de Iñaki Gabilondo vale más que 550 mías»

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«Una palabra de Iñaki Gabilondo vale más que 550 mías»

El móvil no para de sonar y, entre pregunta y pregunta, hacemos una parada para que conteste una llamada. «Perdona, es que estoy organizando entrevistas para próximos programas». Jordi Évole reconoce que generalmente es más complicado organizarlas que hacerlas. A veces, solamente dar su nombre facilita las gestiones; otras veces, las dificulta

Tras ocho años de programa, el Salvados de Jordi Évole tiene una trayectoria ascendente que les ha dado un margen para apostar por ideas más arriesgadas e ir puliendo la estética y organización de sus programas. Y esto en parte le ha traído una fama en la calle que no esperaba. «Salvados es un programa más que de seguidores, de militancia. Es un programa que la gente siente muy suyo. Aunque reconozco que vivimos en un país donde el protagonismo del periodista es excesivo. Y seguramente el mío, también».

Évole no lleva del todo mal que se le acerquen para pedirle una foto. «Conozco tanto a Clara Lago como a Dani Rovira y me parecen muy buena gente pero tengo que decir que no estoy de acuerdo con ellos. Cuando alguien viene a pedirte una foto, para esa persona esos 30 segundos o ese minuto, es un momento fantástico». De hecho, esa cercanía con la gente de a pie le ha valido más de un halago: «Hay gente en la calle que me ha dicho: tú eres uno de los nuestros. Y no te voy a negar que eso me enorgullece y pienso que eso es lo que no nos podemos permitir perder. Tenemos que seguir siendo uno de los suyos pero no como postureo sino porque realmente nos lo creemos».

Él mismo ha vivido en sus carnes ese momento fan de pedir un autógrafo a alguien a quien admiras. Entre ellos, destaca a su admirado Iñaki Gabilondo, a quien ha superado en influencia entre los votantes de las elecciones generales, según una encuesta elaborada por Acceso.  «No sé en qué se basarán para hacer esa encuesta. La agradezco, evidentemente; pero creo que una palabra de Iñaki Gabilondo vale más que 550 mías, como mínimo. Cuando Iñaki Gabilondo abre la boca, uno tiene que callarse».

Salvados y sus follones

«Me he metido en muchos más follones en Salvados que como El Follonero», bromea. Insiste en que «el periodismo válido es aquel que intenta también cambiar las cosas. Sé que no voy a cambiar el mundo ni ser el Quijote o Robin Hood de la nueva era pero, como mínimo, voy a intentar poner mi granito de arena para denunciar las cosas que no nos gusten. Y un día cuando echemos la vista atrás, que podamos decir con orgullo ah, recuerdo cuando hicimos aquel programa sobre el accidente del metro de Valencia, el acoso a Zaida, la pobreza energética o cuando recuperemos un concepto como el de la lucha de clases en prime time… Espero que el éxito no nos acomode porque la comodidad sería el cáncer de nuestro programa». 

Jordi Évole

Salvados, que nació en 2008 para dar cobertura a las elecciones, goza aún de buena salud. En este tiempo, son muchos los entrevistados que se han enfrentado a sus preguntas. ¿Sus favoritos? «Las entrevistas de José Luis Sampedro, José Antonio Labordeta y Pepe Mújica son las que recuerdo con más cariño porque fue como visitar a los sabios de la tribu. Son personas que suman para la sociedad y que tiene una forma de ver el mundo que te aporta una riqueza prácticamente filosófica que te hace crecer».

Es un programa que nació con estrella, recibiendo un Premio Ondas el mismo año en que se lanzó el programa. «Siempre digo que el Ondas nos salvó de que nos quitasen de la programación porque el programa no dejaba de ser un programa pequeñito de una televisión pequeña como era en aquel momento La Sexta».  El Ondas concedido premiaba lo innovador del formato debido a la combinación del sentido del humor y la calidad periodística. ¿Se puede ser gracioso objetivo? «Yo no soy objetivo. Tengo una serie de prejuicios, vengo de un entorno determinado, tengo muchas influencias… No creo que exista la objetividad, sino la honestidad».

Su objetividad se ha puesto en tela de juicio más de una vez, entre ellas a raíz de su entrevista al ex miembro de ETA, Iñaki Rekarte, que le valió críticas de unos por su exceso de amabilidad y otros por su dureza. «La lupa está puesta sobre mí y a veces presiona; y me da miedo que no me deje actuar como a mí me gustaría. Pero el día que deje de hacer algo por el miedo a que me juzguen, habrá llegado el momento de coger la maleta y largarse»

Por el momento, solo ha sacado la maleta del armario para abandonar El Terrat y lanzarse a la aventura de crear su propia productora: Producciones del Barrio. «La palabra jefe puede tener a veces connotaciones negativas y te da como rabia que te digan jefe… pero si te ha tocado, te ha tocado. Intentaré hacerlo lo mejor que sepa».

Con una sonrisa permanente, admite que «si hablamos del nivel económico, soy clase alta, me gano muy bien la vida. Pero creo que lo económico no va reñido con otros ámbitos de la sociedad. Sigo haciendo lo que hacía cuando ganaba mucho menos dinero, sigo visitando los bares que visitaba y las amistades que ya tenía. Hasta la empresa que hemos creado se llama Producciones Del Barrio porque sentimos mucho apego a eso». Dice no saber dónde está la frontera de la casta «pero teniendo en cuenta que llevamos ocho años en antena, algún vicio de casta habremos adquirido. Para qué negarlo. Ojalá que no sean muchos… jajaja».

Hoy en día, Salvados ha cambiado mucho. «Ha sido una evolución muy lenta y transitoria. Es verdad que, si coges el primer programa y el último, no tienen nada que ver. Pero si has sido seguidor de Salvados, creo que no te habrás dado ni cuenta de la evolución porque prácticamente no nos hemos dado cuenta ni nosotros». Sí destaca un punto de inflexión clave: el 15M. «Veníamos de una temporada de estar mucho fuera de España y, cuando vimos lo que se estaba cociendo en el 15M, pensamos para qué nos tenemos que ir fuera si la movida que tenemos en casa es muy grande. Y creo que de hecho el tiempo ha acabado dando la razón en aquellos que vimos en el 15M un punto de nuestra historia reciente muy importante».

Jordi Évole

Évole y la política

«A mí no me daría miedo que se volviera a votar. Creo que tendría que haber nuevas elecciones y que no tenemos que tenerle miedo a las urnas. Eso sí, agradecería que en la próxima campaña electoral, todo el mundo dijese con quién va a pactar y con quién no. Porque evidentemente vamos a un escenario de pactos». 

Hablando de pactos, sale el nombre de Albert Rivera, líder de Ciudadanos, quien en el debate preelectoral a cuatro prometió no pactar con PP ni PSOE. «Yo no me sentí engañado por Albert Rivera porque no le he votado. Pero en cualquier caso, Albert Rivera dijo poco antes de las elecciones que él se abstendría en una investidura respecto al partido más votado. Y yo eso lo agradezco. Es verdad que a él en campaña electoral le pudo perjudicar pero yo agradecería más actitudes como la de Albert. Me parece sensato y honesto».  

Concuerda con el ex presidente de Uruguay, José Mújica, sobre que los medios de comunicación son una de las plataformas de la política para llegar al electorado; pero no lo condena. «No me importa que la política esté mediatizada pero si entendemos bien lo que es mediatizar. Tú puedes utilizar a los medios para lanzar tus mensajes, pero me parece que se ve la trampa y el cartón porque hay demasiada táctica. Más que táctica, la política tendría que ser propuestas, ideas claras… tienen que ser ideas ilusionantes». 

Évole matiza: «Bueno, ilusionantes… y que se puedan cumplir. Ahora mismo estamos ante un momento de frustración general pero creo que viene basada en la política de expectativas». Unas expectativas elevadas que atribuye tanto a los políticos a nivel nacional como a los catalanes. «En el PP, por ejemplo, se dedicaron a decir vamos a ganar por más de lo que dicen las encuestas. Pues no. Y en Cataluña, ya en la Navidad de 2014 había gente que brindaba por el nuevo Estado que vamos a fundar este año. Y entiendo que esa gente hoy esté frustrada porque les pusieron unas expectativas muy altas. No te digo que no haya que ilusionarse pero cuidado con las ilusiones que llevan a las frustraciones. Ojalá encontremos un termino medio».

Del 2016 espera «más transparencia por parte de todos los políticos y menos tacticismo». Y, sobre todo, «que no nos tomen por tontos, que creo que es un deporte muy extendido en este país. En los últimos años, se ha conseguido que el espíritu crítico de la ciudadanía sea mayor… que sean ellos quien miren con lupa a quienes tienen el poder y creo eso es un enorme avance. Para mí, las sociedades críticas son las sociedades más educadas donde ha habido más oportunidad de estudiar, de leer, de documentarse… y es muy bueno vivir en ese tipo de sociedades».  


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